Por un resurgir de las abejas y la apicultura

A pesar de todos los beneficios que nos genera la apicultura, como la obtención de productos altamente nutritivos como la miel, el polen, la jalea real y la cera; además de los beneficios ambientales como la polinización de plantas, árboles y cultivos que son la base de nuestra alimentación, esta actividad vive una dura crisis tanto por los precios bajos de la miel, el cambio climático, la deforestación y por la alta mortandad de abajas a causa de prácticas insostenibles de agricultores industriales y comerciales, que emplean enormes volúmenes de agroquímicos altamente tóxicos, que no solo merman la salud de las abejas, sino de toda la fauna y de las personas que laboran y residen en los alrededores de los campos de cultivo.

En México se han documentado ampliamente las afectaciones a la salud ocasionadas por la exposición a agroquímicos y pesticidas. Muchos de estos productos que se utilizan en los campos de cultivo del país están prohibidos en otros países e incluso en México, pero se siguen comercializando y empleando sin restricciones de la autoridad.

La península de Yucatán es la región del país con mayor volumen de producción de miel de alta calidad, por eso prácticamente toda la producción se comercializa en el extranjero, en mercados muy rigurosos con la calidad y la inocuidad. Desafortunadamente, el uso indiscriminado de agroquímicos ha contaminado, en varias ocasiones, la miel de productores orgánicos, lo que les ha hecho perder sus mercados y por ende sus ingresos.

La apicultura es una actividad que se practica ancestralmente. Las comunidades originarias han desarrollado un amplo conocimiento sobre el manejo de sus colmenas para favorecer, no solo la producción de miel, sino la polinización de su milpa y de las plantas y árboles del monte en donde colocan sus apiarios.

La selva maya, por su enorme diversidad de especies de plantas y árboles permite a los productores apícolas cosechar una miel multifloral de alta calidad que es reconocida internacionalmente por su sabor y consistencia.

En Quintana Roo, como en otras entidades de la república, el avance de la agricultura industrial de monocultivos como la soya, la caña de azúcar y la palma africana ha ocasionado severos impactos a la apicultura. Cada vez hay más frecuentes casos de muerte masiva de abejas por fumigaciones de campos de cultivo y aunque los productores apícolas los denuncien, casi siempre quedan impunes y continúan las fumigaciones y no se reparan los daños a las familias de apicultores.

Wilson Avilez, un experimentado apicultor y promotor de la apicultura de Candelaria, en el municipio de José María Morelos, Quintana Roo, lamenta que las autoridades sean omisas ante la afectación de los agricultores con agroquímicos y pesticidas altamente tóxicos.

Relata que en Candelaria se han registrado varios casos de muerte masiva de colmenas por la aspersión de agroquímicos. En 2018 por la fumigación recurrente de un campo en el que se producía chile habanero se provocó la muerte de más de 560 colmenas. Muchas familias de apicultores perdieron su principal fuente de ingresos, de un día para otro se quedaron sin sus abejas, sin su fuente de empleo e ingresos.

Añade que, aunque se denunció el hecho, el productor siguió fumigando y solo pagó una mínima compensación económica a los apicultores.

Dos de las principales actividades productivos y económicos de la comunidad de Candelaria son la agricultura y la apicultura y aunque podrían ser actividades complementarias y mutuamente benéficas, ya que las colmenas contribuyen a la polinización de los cultivos y los cultivos proveen de néctar a las abejas, los agricultores han optado por emplear cada vez más fertilizantes, herbicidas y pesticidas químicos que han mermado la población de abejas y de muchos otros polinizadores como murciélagos, polillas y mariposas.

Wilson recuerda que como ocurrió en Candelaria, en la región de los Chenes, en el municipio de Hopelchén, Campeche, la situación ha sido más dramática y alarmante. Por el avance del monocultivo de soya transgénica se han registrado muertes masivas de abejas y aunque esos casos se han documentado y denunciado ampliamente, incluso a nivel internacional, los productores menonitas siguen con esas prácticas altamente contaminantes y dañinas sin que las autoridades los sancionen de forma contundente.

La función de los apicultores es fundamental para la conservación de los bosques y selvas, para la polinización de los cultivos y pareciera que se los trata despectivamente.

Para Wilson es necesario que la gente pueda “organizarse mejor en las comunidades para informar sobre los daños que le ocasiona a todos el modelo de producción agroindustrial. Hasta para los propios productores, porque en unos cuantos años, si siguen aplicando tantos químicos van a erosionar los suelos, van a seguir contaminando y hasta se van a enfermar”.

Lamenta que las promesas de las autoridades estatales y federales de detener el problema de la mortandad de abejas por el uso de agroquímicos no han prosperado en medidas eficaces para, en verdad, solucionar este problema, por eso las propias comunidades son quienes tienen que organizarse para hacer frente a esta problemática e impedir en sus territorios el usos de estos químicos y generar estrategias para fortalecer la apicultura, y en este procesos la participación de los jóvenes y las mujeres es central.