El Ejido Dziuché, ubicado en el municipio de José María Morelos, Quintana Roo, ha sido de gran importancia económica y cultural en la región por muchas décadas. Este ejido cuenta con una enorme riqueza natural y cultural, y en otros tiempos fue un importante punto de comercio para las comunidades aledañas.
Hoy este ejido, de más de 28 mil hectáreas, está bajo distintas presiones externas, como intereses de empresarios, grupos criminales y autoridades de gobierno que han intentado apropiarse tanto de sus tierras como de sus recursos naturales. Sin embargo, la organización y movilización de sus habitantes les ha permitido hacer frente a estas amenazas sobre su territorio.
Un ejemplo del compromiso por cuidar y conservar su territorio y toda la riqueza natural que albera fue la conformación, a inicios de 2024, de la brigada forestal, que está integrada por ocho personas habitantes del ejido, entre ejidatarios, hijos de ejidatarios y pobladores.
A través de una convocatoria en la asamblea ejidal se decidió conformar este grupo para que realice labores de mantenimiento, limpieza y vigilancia en todo el predio del ejido. Dziuché cuenta con una importante superficie de selva en la que habita una gran diversidad de especies como el jagual, el tapir, venado, tigrillo, pavos de monte, una gran diversidad de aves y reptiles que son muy atractivas para cazadores y traficantes de fauna y por eso es importante mantener bien vigilado el monte para evitar saqueos tanto de fauna como de madera.
El ejido también cuenta con la imponente laguna de Chichankanab, uno de los reservorios de agua dulce más importantes en la península de Yucatán, y que es el hábitat de una gran cantidad de aves, peces y reptiles. Por su gran importancia ambiental, el gobierno del estado de Quintana Roo decidió declarar esta laguna como Área Natural Protegida, sin siquiera consultar o notificar al ejido Dziuché. Este decreto, más allá de tener fines de conservación, pretendía otorgar la administración de la laguna a una organización para su explotación como destino turístico.
Fue resultado de una importante movilización de los pobladores, tanto para informar al interior del ejido del decreto unilateral que había formulado el gobierno del estado como para emprender un proceso legal que les devolviera la titularidad de la laguna, que el decreto de área natural protegida emitido por el estado quedó sin efecto, pero el ejido no baja la guardia y se mantiene alerta de cualquier intento de despojo de su territorio.
Como parte de estos esfuerzos de defensa del territorio, la brigada forestal realiza labores de limpieza de los espacios naturales y de uso común. También realiza labores de concientización entre los pobladores y visitantes para que cuiden los recursos naturales y de reiterarles que está prohibida la cacería.
La brigada realiza rondines de vigilancia en todas las áreas del ejido, aunque no es fácil vigilar las 28 mil hectáreas, tienen rutas de monitoreo y vigilancia para detectar cualquier ilícito y tomar medidas.
Trabajo duro pero satisfactorio
Sin duda, unas de las labores más difíciles, explica Wilbert Gutiérrez, integrante de la brigada forestal, son las labores de mantenimiento del bosque, como la apertura de brechas cortafuego y la delimitación de las mensuras del ejido. No obstante, presume que son tareas que le encanta realizar, porque en la brigada colabora con sus amigos y vecinos.
Apunta que “desde niños nos conocemos con otros compañeros de la brigada, ya sabemos cómo hacer las cosas, las decisiones las tomamos en conjunto. Le decimos al os otros compañeros lo que queremos hacer y entre todos nos organizamos, en lo que llevamos de tiempo en la brigada creo que hemos realizado un buen trabado”.
Además de trabajar en el mantenimiento de las brechas, la brigada forestal del ejido Dziuché ha sido fundamental para hacer frente a los incendios que se registraron durante 2024, ya que por la prolongada sequía en la región y en prácticamente todo México, la presencia de incendios fue muy elevada y en el ejido la brigada forestal estuvo al frente en las labores de vigilancia y contención del fuego.
Deivi Baltazar, otro joven integrante de la brigada forestal, explica que “en cuanto identificamos que hay lumbre en el monte nos tenemos que movilizar, avisamos en el pueblo para pedir ayuda y a las autoridades. Muchas veces los incendios se contienen rápido porque actuamos de forma rápida, pero a veces el viento aviva las llamas y se dificulta más el trabajo”.
Los integrantes de la brigada forestal de Dziuché explican que es producto del cambio climático que haya más incendios, que se prolongue la seguí o que se registren más tormentas y huracanes en comparación con décadas pasadas. Por esto, resaltan que es muy importante que el monte tenga un buen manejo, que se extraigan los árboles muertos, que se abran y den mantenimiento a las brechas cortafuego, que se le de mantenimiento a los caminos para poder acudir a las zonas que pudieran incendiarse.
Asimismo, Guadalupe Pisté, una joven técnico forestal y también integrante de la brigada forestal, resalta que es importante que la gente del pueblo y los visitantes que vayan al monte o a la laguna no tiren basura y que no prendan fuego porque eso es uno de los principales motivos por lo0s que se generan los incendios.
A pesar de ser muy joven, Guadalupe es experimentada en las labores del manejo del bosque, ha participado por varios años en las labores del aprovechamiento forestal que se realizan en Dziuché. Conoce todo el procedimiento para poder aprovechar la madera y procesarla. Para ella “formar parte de la brigada forestal es un reto y un orgullo porque las labores que hacemos son para cuidar nuestro territorio, nuestra casa. Esto es de todos nosotros y es muy importante que lo cuidemos”, comenta Guadalupe.
Organización y planeación
La brigada forestal del ejido Dizuché fue una iniciativa de la asamblea ejidal que cuenta con el apoyo de organizaciones que contribuyen con el pago de los salarios de los integrantes. Desde marzo de 2024 se conformó con las personas seleccionadas a través de una convocatoria para ejidatarios, hijos de ejidatarios y pobladores del ejido.
Los 8 integrantes de la brigada forestal son de distintas edades y géneros: hay jóvenes desde los 18 años y personas mayores de 60; esto lejos de ser una complicación ha permitido reunir distintos puntos de vista y aportar experiencia e ímpetu en los trabajos que realizan. Antes de operar la brigada recibió capacitación sobre las distintas actividades de manejo, mantenimiento y vigilancia del monte y del territorio.
Las labores de la brigada están planificadas y se organizan en un calendario en el que ya sabemos que nos toca hacer cada día, refiere Brayan Chablé el más joven integrante de la brigada forestal, “unas veces hay que hacer recorridos en una zona del ejido, otras veces preparar y colocar letreros y señales. Otras veces hay que hacer limpieza en la zona de la laguna de Chichankanab o realizar trabajos de poda y apertura de brechas”.
El padre de Brayan, Roberto Chablé, también forma parte de la brigada y para él es muy gustoso poder trabajar y pasar tiempo con su hijo. A ambos les gusta estar en el monte, ir a disfrutar de la laguna y de la naturaleza. Comparte que “desde que mis hijos eran chicos me gustó inculcarles el gusto por la naturaleza y hacerles ver que debemos cuidar nuestra tierra y preservar nuestras tradiciones y por eso me gusta que ahora podamos trabajar juntos en esto”.
Para todos los integrantes de la brigada este no es su único trabajo, todos realizan otras actividades productivas, muchos siembran su milpa y otros cultivos, también tienen algunos animales como gallinas, pavos, becerros y borregos. “Nos dedicamos a varias cosas para poder completar los ingresos para la familia”, subraya Roberto Chablé.
Espacios para mujeres y jóvenes
La brigada forestal es un buen ejemplo de los beneficios que genera darle oportunidades de participación a mujeres y jóvenes, ya que les permite emplearse en su territorio, aportar todo su ímpetu y capacidades para el beneficio de su propio pueblo.
Deivi Baltazar, explica que el trabajo de la brigada no es para todos, “muchos no quisieron inscribirse para formar parte de la brigada porque el trabajo es pesado algunas veces, o porque hay que levantarse temprano. Creo que los que estamos ahorita si nos gusta y ya tenemos cierta experiencia. Es un buen proyecto porque es para beneficio de todo el ejido y nos da oportunidad para obtener un ingreso sin tener que salir a buscar otro trabajo”.
Aunque en un inicio hubo algunas dificultades entre la brigada y el comisariado ejidal en cuanto a la asignación de las funciones, la brigada es un apoyo tanto para el comisariado como para todo el ejido. Wilbert Gutiérrez explica que “nos encargamos de cuidar el territorio que es de todos y esperamos que este equipo pueda crecer el año próximo para realizar más actividades y tener un mejor lugar para vivir”.
Por su parte, Guadalupe Posté, que actualmente es la única mujer que forma parte de la brigada forestal, comenta que se trabaja bien con los compañeros, ya nos conocemos desde hace tiempo y nos respetamos”. Añade que, “como en todos los trabajos a veces hay pequeños malentendidos, pero todo se platica y se resuelve. Me gustaría que más adelante hubiera otras compañeras más que también se integren a estas actividades, que se sigan abriendo oportunidades y espacios para la participación de las mujeres y de los jóvenes, porque en algunos espacios aún están cerradas las oportunidades para las mujeres”.